Presentación de El agua y las luciérnagas
19 de marzo del 2019
UACM del Valle
Las inquietudes del artista me llevaron a vivir años en el desierto, porque es en el desierto donde uno escucha a sus demonios.
En una expedición a la montaña más alta de Texas, me acompañó el fotógrafo y escritor Byron Sun. En la cumbre, con el viento gélido cortando la piel y el sol, al mismo tiempo, quemándola; con toda la aridez del desierto a los pies como si fuese un inmenso jardín esperando tan solo el agua, uno comprende que lo demoniaco es lo mismo que lo divino. Junto a la mojonera que marca el sitio más alto de todo Texas, hay una caja blindada que guarda el libro donde firman quienes han logrado llegar hasta allí. Me di un tiempo para escribir un poema en él.
Varios años después publiqué El agua y las luciérnagas. Fue un gran honor presentarlo en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, no sólo porque fue la primera en Latinoamérica en ofrecer una licenciatura en Creación literaria, marcando un hito en la formación del escritor en lengua española, sino porque, aún más años atrás, había sido mi segundo paraje en el peregrinar del escritor en busca del arte y su propio estilo.
En la presentación, me acompañaron las escritoras Teresa Dey y Adriana Jiménez, quienes, entre las aulas de esta escuela, alguna vez fueron mis maestras, a quienes aún considero como tales y cuyas enseñanzas aún llevo en mis bitácoras.
La poeta Abril Albarrán fungió como moderadora, y la escritora y cantante Ireri Campos nos sedujo con su voz. Ireri lleva a cabo un revolucionario proyecto de música y poesía llamado La Fénix. Con orgullo puedo decir que con ellas también compartí, alguna vez, los salones de clase de esta universidad.
Las fotos del evento son del músico y artista multidisciplinario César López Martínez. La logística de la presentación estuvo a cargo de Gabino Navarro, de Difusión Cultural de la UACM, y de la doctora Zendy Fuentes.
En el evento, rodeado de grandes artistas, de importantes escritores que nos acompañaron entre el público, rodeado de viejos compañeros, de amigos que he hecho en la cultura y en el deporte, y de los futuros artistas que se forjan en esta universidad, me di cuenta de que, en realidad, todo peregrinaje es una senda de vuelta a casa.